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Y ese fue nuestro destino en el verano de 1993.
Nos costó mucho encontrar vuelos que coincidieran con nuestras vacaciones, se ve que ese año estaba de moda y todo el mundo iba a Tailandia. Tras muchas llamadas a la agencia de viajes y varios cambios, conseguimos el tan anhelado viaje.
Consistía en tres días por nuestra cuenta en Bangkok, un circuito organizado por el Triángulo de Oro, otro día en Bangkok y 4 días en la isla de Phuket.
La llegada a Bangkok fue impactante, hacía un calor y una humedad impresionantes, en los días que estuvimos en la ciudad teníamos que ir alternando las visitas culturales con lugares donde hubiese aire acondicionado, para recuperar fuerzas.
Con el paso de los años el recuerdo se va perdiendo, pero todavía sabría distinguir el olor de los hornillos en medio de la acera, con sus gentes comiendo los típicos fideos. Y no se me olvida el ir por la calle mojándote con el agua que cae de los aires acondicionados desde los pisos altos.
Este es el mapa de nuestro circuito. Lo habitual era volar desde Bangkok hasta el norte, a Chang Mai, y desde allí trasladarse a otros puntos típicos. Pero nosotros, en nuestra ansia por conocerlo todo "de cerca" nos embarcamos en un circuito en autocar, pasando varias noches en el interior del pais, en pequeñas ciudades que, como mucho, tenian un hotel que aquí no llegaría ni a pensión.
En el recorrido por el interior pudimos ver que aquello era un mundo desconocido para nosotros.
Visitamos montones de templos, Budas de todos los tamaños, palacios,... Probamos comidas de todo tipo, a veces no en las mejores condiciones higiénicas.
Tambien estuvimos en la selva y visitamos algunos poblados.
Esta señora de la foto nos vendió una pipa artesana...
por el triple de precio que tenía en una de las tiendas de souvenirs que vimos después...
Desde el norte regresamos a Bangkok en avión, pasamos una noche y volamos hasta Phuquet.
Desde ahí hicimos una excursión a las famosas islas Phi-phi.
Desgraciadamente no fue el lugar idílico que esperabamos, no se correspondía con el aspecto de las fotos.
En definitiva, este viaje no cubrió nuestras expectativas. Pero como el tiempo lo cura todo, no descarto volver algún día.